viernes, 26 de mayo de 2017

Viaje a Países del Báltico 2017



1º  Día de Sotogrande a Almería

Estamos a 22 de Mayo y pasó hace dos días mi setenta cumpleaños. Salgo con mi furgoneta a un nuevo viaje. Esta vez, quiero llegar hasta los países del Báltico. Antes, un paso por Pisa. Allí veré junto a Isa, mi hermana, a nuestra sobrina Claudia.  Está haciendo un Erasmus allí. Lo iniciaré por las costas mediterráneas, española, francesa e italiana hasta llegar a Pisa. De allí, todo subida hasta Estonia, el país europeo, más al norte del mar Bático. Cruzaré Austria, Eslovaquia, Chequia, Polonia, Lituania y Letonia, hasta llegar a Estonia. Subida por el este. Bajada, por los mismos países por el oeste. Luego Alemania, Lienchestein, Suiza, Francia y España de nuevo. Esta vez, con paso por Madrid y Extremadura. Calculo unos catorce mil kilómetros. Ya veremos en cuantos acaba.

 Salí al mediodía y llegué a Almería sobre las seis de la tarde. Allí había quedado para charlar y cenar, con mi buena amiga Adelaida. La conocí hace un montón de años en Sierra Nevada y desde entonces mantenemos una buena amistad. Antes de verla, aparqué la furgoneta en la zona de la Playa del Palmeral y me di un buen paseo con Fifty por allí. Después estuvimos tapeando primero en el propio paseo marítimo en un bar, quería que probara unas alcachofas espléndidas que preparan en él. No hubo suerte,. La temporada de ese tipo de alcachofas había acabado. Luego nos fuimos a cenar a una marisquería donde también ponen unas buenas tapas. Por aquí, no merece la pena cenar de platos, pues a base de tapas lo haces de maravilla y mucho más barato.



Acabamos, la acompañé a su casa y me fui al Paseo Marítimo a dormir en El Palmeral.  Al lado de la playa, el sitio no podía ser mejor. Además al estar casi al final de Almería el ruido era escaso.


2º  Día de Almería a Mojacar

Por la mañana y después de desayunar, agarré a Fifty y nos fuimos a tráfico. Estaba a casi dos kilómetros de allí y lo hicimos caminando por todo el Paseo Marítimo. Tenía hora para renovar el carnet internacional de conducción. Lo había reservado desde casa pues era el sitio que mejor me pillaba sin alterar el viaje. Me lo hicieron rapidísimo y nos volvimos caminando. Salía como a la una y media mas o menos con destino Mojacar.

Al estar justo saliendo de Almería, me llamó Adelaida para ver por donde andaba. En la cena, habíamos quedado en hacer un viaje a Marruecos. Lo tenía programado con una amiga y me dijo que haber si las acompañaba, dado que yo conocía bien eses país. Estaba en una cafetería con su amiga y quería que la conociera. Di marcha atrás y fui a verlas. Aparte de amiga es su jefa de trabajo. Una tía muy simpática y con muchas ganas de viajar. Era su envidia mi forma de viajar. Hemos quedado en la última semana de Octubre para hacer ese viaje. 


Después de tomar una cerveza y unas buenas tapitas retorné a la furgo y me fui hacia Mojacar. Entre las tapas, que el dueño nos invitó pues era muy amigo de Ade, tomamos unas cigalitas que había comprado en el mercado, espléndidas. Que gusto ir a bares de amigos de mis amigas. Jaja.

Llegué a Mojacar y llamé a mis amigos Juan y Bea, con los que había quedado en visitar. No cogían el teléfono, así que me fui a comer unas gambas rojas a Garrucha. Está pegada a Mojacar. Fui donde ya había ido antes y que es bastante fasmosos aquí. “La Almejera”. Esta vez, tengo que criticarles. En la vitrina, unas espléndidas y vistosas gambas rojas. Pedí un platito y un “gallo pedro” frito. De postre un tocinito de cielo. Dos vinos blancos y nada de café. Lads gambas no valían nada. No eran las de la vitrina. Pequeñas, descongeladas y con un punto mas de plancha. El gallo-pedro normal. El tocino malillo. La factura, 64 euros. Una auténtica pasada. Sobretodo porque encima no estaba  bueno lo que tomé. Será mi última vez a este restaurante.


Volví a llamar a Bea y no me cogían el teléfono. Decidí buscar su nuevo restaurante e irme hacia allí. Eran las siete. Antes decidí darme una buen baño en la playa. El nuevo local que tienen, es en un hotel rural en plena montaña de Mojacar con unas vistas espectaculares. Se llama el “Cortijo de la Media Luna”. Tenían una celebración, de ahí que no oyeran el teléfono. Pensaba cenar por la noche, pero de momento solo abren al mediodía. Me quedé con las ganas. Para otra ocasión. Nos bajamos al pueblo a cenar en un restaurante Navarro que la verdad, no se como se llama. Nos dieron unos productos navarros espectaculares. Espárragos naturales, bien gordos y templados. Revuelto de perrechicos. Una ensalada muy completita y una especie de croqueta plana de bechsmel con huevo y jamón que estaba espectacular. Todo bueno, incluso el riojita que tomamos. Un Martinez Lacuesta.

Me entró mono de helado y fuimos a la caza de una heladería italiana. Todas estaban cerradas. Eran las 12,15 de la noche y parece que a esas horas solo tomo helado yo. Que le vamos a hacer, Así que nos subimos a casa de Bea y Juan y acabamos la jornada. Me quedé a dormir en su casas, pues ya me tenían preparado el cuarto y no era cuestión de hacerles un feo. Con este tipo de amigos siempre nos ocurre lo mismo. A ellos y a mi. Aunque no nos veamos a veces en años, es como si nos acabaramos de ver no mas de una semana. La verdad, es que son encantadores. Siempre que puyedo y paso por Mojacar, voy a verles. Fueron muchos años en Sierra Nevada. Era la época gloriosa de la sierra. Eran tiempos de diversión.


3º  Día de Mojacar a Benidorm

Al levantarnos, fuimos a desayunar al italiano que anoche pretendíamos tomar el helado,. Son una familia encantadora y hacen unos desayunos, tartas y helados riquísimos. Se llama “Blu”. Merece la pena tomar uno de sus desayunos. La tostada increíble. Es difícil encontrar un pan tan crujiente y rico en cualquier sitio de desayunos. Después, despedida y salida hacia Benidorm.

  

En el camino, me desvié hacia la Manga del Mar Menos para ver a mi amiga Mariajo. También de Sierra Nevada. Allí hicimos cantidad de amigos. Cuando la llamé me dijo que estaba de viaje de trabajo y no volvería hasta el día siguiente por la tarde. Lo dejé y volví a la ruta programada como meta del día.

Vuelvo un año mas a Benidorm, no porque me guste. Me parece horrible. Eso sí, hay que alabar la gran promoción que hacen. estaba lleno de turistas. sobretodo ingleses jóvenes borrachos y otros muchos de la tercera edad. El caso es que aunque no me guste hay que felicitar a su ayuntamiento. Realmente, vuelvo parea ver a laTía Tatines. Tía carnal de Rosa, pero es como mi familia. Son los que viven en Londres. Ya con 94 años, Carlos su marido, será la última vez que vuelva. Tatines con 93 tiene ganas de volver. Han estado viviendo cerca de 40 años y tiene muchos amigos por Benidorm. Les entiendo perfectamente. Cambiar Londres por Benidorm de vez en cuando, les hace llenarse de vida. 




Antes de haber llegado a Benidorm , me fui a Villajoyosa a una playa a darme un baño. Hacían 30 grados de temperatura y el cuerpo pedía refrescarse. Después de una hora, mas o menos cogí la furgo para ir a verles. La tía estaba de envío de paquetes en Correos y en la casa estaba Carlos y Mónica, su hija, que había llegado por la tarde , para acompañarles mañana en la vuelta a Londres. Nos fuimos a cenar, al sitio preferido de la tía. “El Corral del Pollo”. No hace falta que diga que s lo que vende. La verdad que muy bueno. Es un asador con mucha fama por aquí. Me despedí de ellos pues era tarde y al día siguiente madrugaban.



Aproveché, dado que eran las 10,15, a darme un a vuelta por el ruidoso ambiente de los alrededores. Se me quitaron las ganas enseguida. Borrachas y borrachos por doquier. Locales abiertos, con la música a todo trapo. Montones de “sports bar, televisando la final de la Europa League. Para más inri, con el Manchester United jugando . No hace falta extenderse para saber que la celebración de los goles, se debieron oír hasta en Sotogrande. Me retiré pronto y decidí salir de Benidorm para buscar un sitio tranquilo en alguna playa fuera del tumulto. Lo hice en una de las que hay alrededor de Villajoyosa, muy cerca de allí. Es temporada baja y puedes aparcar donde quieras y en la playa que te apetezca. Encontré una tranquilísima.

4º  Día  de Benidorm a L’Ametlla del Mar


Después de una dormida de lo más apacible, me fui a dar un baño antes de desayunar. El agua estaba bastante fría. Por lo menos la sensación era esa a las ocho de la mañana. Aproveché la ducha de la playa y desayuné en la furgo. Di una vuelta con Fifty por esa playa y una cercana y cogimos carretera avante. El destino era “L’Ametlla del Mar” en Tarragona. Había unos 385 kms hasta allí y me lo tomé con calma por carreteras secundarias.

Al csbo de unos cuantos kilómetros desistí de la secundaria y entré en una autopista de peaje. Llevaba cerca de dos horas para hacer unos sesenta kilómetros. Cruzar pueblos como Altea y los vecinos es una autentica locura. Semáforos, el inmenso tráfico y obras, hacen que sea un martirio. No encontré acceso a una autovía y entré en la de peaje que estaba cerca. En ella llegué hasta un poco antes de Valencia que enlacé con la Autovía del Mediterraneo. Al salir de Valencia anduve hasta Castellón por la autovía y volví a irme por las comarcales cerca de la costa.



Entré en Vinaroz para comer al lado de alguna de sus playas. Ya conocía una cercana pues estuve hace un par de años durmiendo allí. No recuerdo como se llama, pero es super tranquila y de aguas cristalinas. antes de comer me di otro baño. La pena es que de arena, poca. Muchas piedras y es bastante incomodo. Comí en la furgo. Dí una cabezadita y “on the road again”. Antes de llegar a “El Perelló”, a unos catorce kilómetros de L’Ametlla del Mar, llamé a Jordi Codina, hermano de mi cuñada Maity, casada con Ignacio, mi brother. Me cogió, pero no andaban por aquí. Estaban en Barcelona y no llegaría hasta dos días después. Otra visita frustrada. Una pena, pues me apetecía conocer su casa y su campo. Se han retirado de la gran ciudad y cultivan cosas en esta nueva casa de campo. De cualquier forma me recomendó que no dejara de ver el pueblo al lado del mar.

  


Allá que me fui y realmente es muy bonito. Aunque ya casi de noche, me di una vuelta por el puerto y la costa que le rodea. Llegué hasta una calita preciosa que recomendó al final del mismo. Aparqué por allí. Agarré a Fifty y nos fuimos a dar una buena vuelta por la zona. Volvimos a la furgo, cené y a la camita a dormir un poco.





5º  Día  de L’Ametlla del Mar a Platja D’Aro (26.05.17)



El lugar donde aparqué no pudo tener mejor amanecer. Un poco elevado y al lado de una calita llamada “Pixabagues. Estaba el sol totalmente fueras cuando me desperté. Por aquí, amanece antes de las siete. Eran mas o menos las siete y media. Antes que nada, le di una vuelta a la perra. Después decidí darme un baño mañanero en la cala. Había ducha y así me ahorraba el gasto en la furgoneta. Hay que controlar mucho el consumo de agua. Estaría cada dos o tres días recargando. De este modo me alcanza el depósito la semana. Desayuné y después de aseado bajé hacia el pequeño, aunque muy activo puerto. llegaban barcos de pesca y por otro lado preparaban sus trajes y bombonas un montón de sub-marinistas. Salimos como a las doce.



Fui por la carretera de la costa. El tráfico era mucho mas fluido que por Valencia. Paré a comer al lado de una gasolinera en “Vilanova i la Geltrú”. Había que repostar. Cerca había una playa y me fui a dar un baño. El día esta espléndido y la mar, como un plato, te llamaba. estuve una horita, mas o menos y seguí ruta.


Llegué a “Sant Feliú de Guisols” atardeciendo. Aparqué por el Paseo Marítimo y me di una vueltecita. Quería preguntar donde estaba un restaurante mítico que conocí hace mas de treinta años. Era “El Dorado Petit”. Digo era, porque cerró hace uno o dos años. Murió el padre y los hijos lo ceraron por poco beneficioso. Una pena. Era fabuloso. Hoy, los hijos han abierto en el Paseo Marítimo, uno llamado “El Dorado Mar”. Después de dar una buena vuelta, dejé a Fifty y me propuse ir a cenar allí. Entré, vi la carta y no me decidí a cenar. La carta era a base de un menú de 22 euros. El precio fantástico y seguro se come bien. Tenía como diez primeros, otros tantos segundo y muchos postres donde elegir. No me decidí porque el sitio estaba medio vacío y sobretodo desangelado. Si comes solo y estás en ese entorno, mejor te vas. Además estuve como diez minutos esperando y ninguna de las tres personas que trabajaban me hicieron caso. Me largué.

  

Después de u nbreve recorrido llegué a Platja DÁro. Hoy todos estos pueblos están unidos. Acaba uno y en la misma rotonda, empieza el otro. Entre medias de estos S’Agaró. Todos juntitos. Me costó encontrar parking. Al final y después de unas cuantas vueltas, se quedó libre un sitio en un lugar perfecto. Claro, era viernes y es la zona de todos los bares, restaurante y demás. Mucha gente por todos los locales. Destacaba un italiano llamado “Levant”. No he visto en mi vida y mira si he viajado, un restaurante con tanta gente al mismo tiempo. No exagero, si entre la enorme terraza y el amplio local interior, no habría unas quinientas personas. Increíble. Abasrrotado, sin una mesa libre. Tampoco pensaba entrar ahí.

Muy cerca de allí vi un gastrobar que se llamaba “El Dorado Playa”. Tenía muy buena pinta y las tapas y pinchos atraían por la buena pinta. Volví después de dejar a Fifty en la furgo. Pregunté y me dijeron que era de unos de los hijos del Petit. No tenía mucha hambre. Me tomé un montado de jamón ibérico espléndido y unas croquetas (6) riquísimas. Con una cervecita, me costó 10,20 euros. Muy bueno de verdad y bien montado el local.


Ya que estaba por allí quise ir a un bar de copas ambientado. Ya sabía que había discotecas entre otras, “Pachá”. Pero claro, estas se animan apartir de las dos de la madrugada y yo voy de viajero tempranero. Así que de discos nada. Un camarero me recomendó un local que había cerca. Música latina y gente mayor bailando en el centro. No me atrajo nada y no me quedé. Me fui. Agarré la furgo y me salí hacia las afueras a buscar, cerca de una playa, un lugar donde aparcar y dormir. Lo encontré, aunque un poco alto por esta parte de la Costa Brava. Si mañana quiero bañarme, creo tengo una larga bajada a la playa. Era de noche y no se veía mucho.

6º  Día  de Platja D’Aro  a  Sète  (27.05.17)

Me habían recomendado unas calas entre Platja D’Aro y Palamós que son fantásticas. Anoche me puse entre dos de ellas. Como dije ayer, estaba en una zona alta de la costa. Efectivamente la cala que estaba a la altura de mi furgo, tenía una bajada de 125 escalones. Lo malo sería la vuelta pues además estaban empinadísimos. Hice una incursión solo, sin perro ni cámara. Me di cuenta enseguida que no merecía la pena bajar hasta la playa por muy bonita que fuera. Para bañarte vale cualquier playa. Hice unas fotos con el móvil sin llegar abajo del todo.  Sabía que no ibas a bajar después con el trasto y peso de mi cámara. Para esto, el móvil perfecto. Luego me arrepentiría.



Intenté buscar alguna mas accesible. Entre que no están señalizados y el plano de calas que tenía tampoco servía de mucho, después de mas de media hora subiendo, bajando y comprobando si había accesos siempre me topaba con una finca casa que impedía el paso, así que decliné el esfuerzo. Cogí la furgo y me fui a Gerona. Pregunté. Me he dado cuenta de una cosa, que antes jamás me pasó y mira que he venido veces a Cataluña. Pregunté a una chica en castellano y me contestó en catalán. Seguía yo en castellano y ella erre que erre. Luego a una pareja con pinta de turistas, les pregunté si sabían hablar español. Me dijeron que no, que solo catalán. Me parece de un  integrismo y una falta de educación absoluta, pues al tiempo, otra pareja también les preguntó en castellano y ellos nada solo en catalán. Esto, antes jamás pasaba. No me gustaría tener que cambiar mi buen concepto del pueblo catalán. Tendré que preguntar en ingles la próxima vez.  


El centro histórico, al ser sábado por la mañana, estaba a tope. Un mercadillo de libreros y otro de artesanos. Muchos turistas. Me costó una barbaridad encontrar un hueco para aparcar. Al final, bastante lejos del centro, en una zona azul. Pagué una hora y me fui a fotografiar la catedral y demás.  Eran las dos y me puse de nuevo en marcha. La meta la tenía a trescientos y muchos kilómetros, ya en Francia.

Paré a comer en la furgo. Una siesta de 20 minutos y camino hacia Sète. Esta vez no fui bordeando la costa. Me acordé que la vez anterior fue un martirio. Cogí desde La Junquera la autopista hasta la ultima salida a Perpignan. Desde ahí, ya por carreteras normales. Aunque con tráfico, se iba bastante bien de velocidad y sin paradas o atascos.

Sí hice un stop en Narbona. La última vez pasé de largo. Merece la pena su catedral y todo el centro histórico. Mucho ambiente por la calle y en las cafeterías. Dimos una buena vuelta e hice unas cuantas fotos. Hasta ahora, he hecho pocas, pues toda la parte española recorrida, ya la conozco de sobra y no merece tanto la pena. No he pasado por lugares emblemáticos. 

      






    

Después de Narbona, entré en Beziers. Otra capital mas de esta región del Languedoc. La conocía. En cuanto entré y vi su castillo me di cuenta que ya lo había fotografiado. No obstante es una preciosidad la vista con el rio abajo y sus puentes romanos.

  

Llegué a Sète por fin, sobre las 8 de la tarde. Increíble en dos años lo que esto ha cambiado. Ha crecido turíticamente una barbaridad. Ya no puedo aparcar la furgo en ningún sitio. Playas, descampados y todo espacio propicio han sido limitados con las barritas de 2 metros de altura. Solo coches y motos. A nosotros que nos den. Después de no se cuantos intentos por todas partes, me acerqué al puerto, imposible aparcar, pero desde una doble fila hice un par de fotos. Me fui a las afueras y me metí en una especie de urbanización. Aquí he aparcado y si no hay contra-tiempo, espero dormir esta noche.

  

 

7º  Día  de  Sète  a  Cannes  (28.05.17)

Hoy ha sido el último día del Festival de Cine de Cannes. Pedro Almodovar, ha sido el presidente del Certamen. Tuve suerte al llegar.  Pero vamos por partes. Al final me quedé donde comenté ayer y he dormido como un lirón, a pesar que la carretera general estaba cerca y algo se oía. Por la mañana, me fui a dar una vuelta con mi inseparable. quería ver si la playa merecía la pena. Si hubiera sido así, me hubiera quedado por la mañana un buen rato. Pero no. El canto rodado mas pequeño era como una pelota de ping-pong.. Decidí irme a buscar nuevas latitudes.

  

Mié en Google, playas cercanas a St. Tropez y había unas cuantas. Elegí una larga recomendada. Había que caminar unos trescientos metros, pero merecía la pena. El problema, una vez mas, fue el aparcamiento. Ya he leído que desde el año pasado, toda la Costa Azul, se ha puesto en contra de las autocaravas. Imposible en los parkings al uso. Después de una larga búsqueda encontré un hueco válido en plena carretera. Había hueco y tres coches mas estaban aparcados. La playa estaba en Frèjus, muy cerca de St. Tropez yse llama “Esclamandes”. Es muy larga, debe tener mas de 2 kms. Me recordó a mi querida Menorca. No por la arena, fina también, si no por que al igual que en Son Bou, es una parte familiar, un poco mas lejos, de topless y mas al fundo nudista. Acabé en esta última, pues me acuerdo con Rosa de nuestros viejos baños en la maravillosas isla. No muy poblada todavía.  Supongo que en verano será imposible. Estuve algo mas de una hora. Mi blanca piel no admite mas tiempo por ahora.

Después del baño me fui para Cannes. Suponía que la entrega de premios estaría en pleno apogeo cuando llegara. Pero no. Llegué cuando todo había acabado. Vo los últimos rezagados cuando salían. El problema, no estuvo en el cálculo de kilómetros. Fue que había desactivado del GPS las autopistas y los peajes. Lógicamente, me mandó dando la vuelta a Francia. Jaja. Casi casi. Me subió por los Alpes Bajos que rodean esta costa. En vez de 15 o 20 kms, que se hacen en 15 minutos, hice 47 de montaña y curvas y tardé una hora y media. De cualquier forma, encantado. Merece la pena este error. Es impresionante la arboleda que hay y las vistas tan espectaculares. El bosque se llama “L’Estèrel” y es paraje natural protegido con cantidad de alcornocales tipo mediterráneo clásico. Ese, que nuestros católicos reyes, en minúscula, devastaron para que hubiera caminos de ganados que se pudieran mover por la ibérica península.

  

Llegué a Cannes y toma suerte, estaban quitando los carteles de acceso al Paseo de La Croisette. Así que fui de los primeros que pudo transitar por la zona. Me di dos vueltas porque por allí si que todas las plazas de aparcamiento, estaban reservadas por la organización. Un poco mas arriba, mas la centro de la ciudad, pero no muy lejos, encontré un sitio. Aparqué y nos bajamos hacia el Auditorio del Certamen al lado del Casino. Salían los últimos de Filipinas. Supongo los mas feos. Nadie medio conocido. Eran tres gatos. Los recepcionistas o azafatos, con ganas de irse. una fotitos y de vuelta a la furgo. Tenía que dar de comer a Fifty y ya la dejé que descansara. Yo me bajé con el ordenador, con la intención de actualizar el blog. No se que pasa pero no tengo suerte con los baretos que entro a por la wifi. La tiene tan mala que soy incapaz de colgar ninguna foto. Las tendré que poner todavía mas baja de resolución.

  




                                

El bar-restaurante que entré, está en pleno paseo y delante del Casino y del Auditorio. Tan mala suerte que fue el primero que cerró. llevaba diez minutos. eran las diez y veinte y me dieron la nota para pagar y que me fuera. Increíble. Esto es Europa. Que pena. En estas cosas claro. En otras nos llevan veinte años. Acabé lo mal que pude y me fui a coger la furgo para ir a un camping que tenía apuntado. Pues bien. Pasa lo mismo. A partir las nueve y media no admiten a nadie. Malaya, que dicen los argentinos. Lo malo era buscar en esta ciudad. Decidí irme fuera y buscar antes de Niza en algún pueblo.



Encontré uno que parecía tranquilo. Claro, era domingo y mas de las doce de la noche. Estaba todo muy tranquilo y había bastantes sitios donde aparcar. Ahí que me quedé. 





8º  Día  de  Cannes a La Imperia  (29.05.17)


A las seis de la mañana, eso era como la M-30 de Madrid. Parece que todo el tráfico pasaba por allí. Que le vamos a hacer, no todo puede ser bueno. Intenté dormir algo mas, pero fue imposible. Cogí a Fifty y como siempre nos fuimos a curiosear y ver como estaba la playa. Muy cerca, pero mas de lo mismo. Como en muchos sitios de esta costa, muchos cantos rodados y mucho polvo. Por supuesto, la playa todavía estaba vacía. Desayuné y me fui para Niza.

El tráfico y el atasco eran de órdago. Están de obras en todo el paseo marítimo, que a su vez es la carretera de enlace. Imposible parar por aquí. Desde la furgo, hice varias fotos y me dirigí al que Google me había dicho que era un Camping Car. Llevo una semana y ya debo entrar en uno para lavar ropa, desaguar y recargar. Pues nada, otro fallo. A veces, entre el GPS y Google, mejor preguntarle a una patata. Fallan como escopetas de feria. El lugar no existía a pesar de que puse la dirección exacta. Así que de nuevo en marcha y a buscar otra playa en otro lugar. Saliendo de Niza y antes de Mónaco, subí primero la montaña y luego bajé hacia el mar. Desde arriba, unas vistas increíbles hacia la zona de Niza.  Abajo, encontré un pueblo precioso, con una playa fantástica. Era Villefranche Sur Mer. Maravilloso el sitio. Encontré una zona azul libre delante de la mismísima playa. Cuatro horas por tres euros. Un chollo. El lugar, mejor imposible.

  






  




Después de una vueltecita, me bajé a la playa y estuve como hora y media. El agua cristalina y fresquita, como a mi me gusta. Poca gente. Solo por la superficie, algo de suciedad. Subí a la furgo y comimos la mar de bien, viendo esta preciosa bahía. Un momento de reposo y descanso que sienta pero que muy bien. Después otro ratiro de playa. Esto, son vacaciones y aunque conducir no me cansa, estos “relajos” vienen de maravilla. Después de este fantástico descando a la furgo y ya con destino a La Imperia.

Lo primero que te encuentra a los pocos kiflómetros es Mónaco, con sus impresionantes barcos fondeados por doquier.  Desde la altura de la carretera hacia Menton (última ciudad francesa, frontera con Italia) tienes una vista impresionante de Montecarlo. La fortaleza de los Grimaldi, destaca entre todas las cosas.

  


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La carretera, como viene siendo habitual, imposible. Un tráfico tremendo. Son ciudades y pueblos que se comunican una tras otro. Al ser de costa, casi todos son alargados, con una calle principal interminable. Es curioso como se nota el cambio de Francia a Italia. Pasas de ver todo, por lo general, bastante limpio, cuidado y mantenido, a ver todo tipo España, descuidado, sucio, y mal mantenido. Tambien por lo general. Es increíble, como nos parecemos en todo, italianos y españoles. Somos un calco física y organizativamente. Incluso las ciudades normales, son un calco en cuanto a construcción y abandono. Lo siento , pero es así. Francia nos saca un monton de años de ventaja.

Llegué a la Imperia que había visto había tres camping. Ya va siendo hora de entrar en uno y estar un dia de relax y limpieza. Entré en el primero y me salí rápidamente. Sucio, mal cuidado y encima sin nadie para artenderte. Fui al segundo, que se llama “Eucaliptus” y está en un bosque fantástico. Por cierto, de pinos por encimas de otros. No es que sea tampoco gran cosa en cuanto a servicios, pero por el lugar merece la pena. Encima tienes que pagar tres euros por el wifi. Me recuerda los viejos tiempos. De todas formas, solo costó la estancia 14 euros. Agarré a Fifty y de nuevo a investigar los alrededores. A 70 metros una calita maravillos con ¡¡ Chiringuito ¡¡. Pregunté si podía estar con Fifty, me dijeron que si y allí que me tomé una birra de lo mas a gusto. Me ofrecieron la carta, pero he decidido que mañana me vendré a bañar aquí y de paso, bien o mal comeré en este chiringo. Todo el staff, desde el dueño, encantadores. Así que ya sé lo que me toca mañana.




Encima, mi próxima etapa es de solo unos 120 kms, igual que la de pasado para llegar a Pisa. La de mañana me toca elegirla todavía. Incluso, la haré a ojo, como hoy según vea apartir del kilómetro cien que haga.


 

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